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La música judía es de género tanto religioso como profano. Se trata de una música antigua y diversa, pues ha recibido las influencia de los lugares donde habitaron los judíos de la diáspora.

La música religiosa judía está compuesta principalmente por los cantos de la sinagoga. Esta música se basa en el antiguo estilo utilizado en el Templo de Jerusalén, donde, de acuerdo con la Mishná, la orquesta estaba compuesta por doce instrumentos y el coro por doce voces masculinas. Tras la destrucción del templo y la subsecuente diáspora del pueblo judío, en un primer momento se prohibió la música aunque, posteriormente, con la progresiva relajación de las costumbres, los poemas litúrgicos o piyyutim contribuyeron a dar forma definitiva al estilo. El cantor (hazzan) cantaba los piyyutim en base a melodías elegidas por el autor de los poemas o por él mismo, lo que fue conformando el repertorio musical de la sinagoga. Estas obras pueden conservar algunas frases de las escrituras, que recuerdan a los cánticos del templo, pero generalmente recibieron una fuerte influencia del país o de la época donde vivieron las distintas comunidades judías, no necesariamente en su esquema cultural actual, sino en relación a melodías populares antiguas.

La música religiosa contemporánea destacó con Velvel Pasternak ya que pasó gran parte del siglo XX tratando de preservar y documentar la tradición oral de la música religiosa judía. La gran mayoría de la música producida por judíos ortodoxos se orienta hacia la enseñanza de las tradiciones religiosas y éticas y a las leyes. Las letras de estas canciones están escritas en inglés o en hebreo y a menudo utilizan frases de los libros de oraciones. En la década de 1970, lograron popularidad solistas como Mordechai Ben David, Avrohom Fried y Abie Rottenburg, así como coros de muchachos como el Pirchei de Londres, dirigido por Yigal Salik. La música religiosa judía del siglo XX se ha cambiado grandemente, incluyendo una amplia gama de estilos que van desde el «nigunim» de Shlomo Carlebach, pasando por el folclore feminista de Debbie Friedman, hasta la sonoridad de Daniel Ben Shalom4 Periódicamente grupos de música tradicional judía entran en la corriente de la moda musical, siendo el artista de reggae Matisyahu el ejemplo más reciente. La canción Hava Nagila, conocida globalmente, es un ejemplo de la combinación de tradición y modernidad en la música judía contemporánea. Es de destacar también, la música profana judía, ya que desde los tiempos bíblicos la música y la danza han tenido un papel muy importante en la vida judía. La música secular o profana se ha nutrido al mismo tiempo de las fuentes tradicionales y de la influencia de los gentiles.

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